lunes, 2 de julio de 2018

MUERTE

MUERTE O MORIR
Por: Cándido. Alicea Rolon

El primer pecado en el mundo fue la desobediencia de Adán. Así, en castigo por el pecado, apareció la muerte en el mundo. Y como todos hemos pecado, todos tenemos que morir. Sin embargo, los que vivieron desde Adán hasta Moisés tuvieron que morir, porque pecaron, aun cuando su pecado no fue la desobediencia a un mandato específico de Dios, como en el caso de Adán. Por el pecado de Adán todos fuimos castigados con la muerte; pero, gracias a Cristo, ahora podemos volver a vivir. Los malos deseos nos llevan a pecar; y cuando vivimos sólo para hacer lo malo, lo único que nos espera es la muerte eterna. Dios nos mostró ese gran amor por medio de lo que Jesucristo nuestro Salvador hizo por nosotros. Porque él destruyó a la muerte y, por medio de la buena noticia, nos ha dado la vida eterna. En realidad, Jesucristo murió y resucitó para tener autoridad sobre los vivos y los muertos. Nosotros somos seres de carne y hueso. Por eso Jesús se hizo igual a nosotros. Sólo así podía morir para vencer al diablo, que tenía poder para matar a hombres y a mujeres. Con su muerte, Jesús dio libertad a los que se pasaban la vida con miedo a la muerte. Todos nosotros moriremos una sola vez, y después vendrá el juicio. Nuestra vida y nuestra muerte ya no son nuestras, sino que son de Dios. Si vivimos o morimos, es para honrar al Señor Jesucristo. Ya sea que estemos vivos, o que estemos muertos, somos de él. En realidad, Jesucristo murió y resucitó para tener autoridad sobre los vivos y los muertos.
Romanos 5:12/14/1Corintios 15:21-22/Santiago 1:15/2 Timoteo 1:10/Romanos 14:9/Hebreos 2:14-15/Hebreos 9:27/Romanos 14:7-9/